La salud visual es esencial para erradicar la pobreza

Mi nombre es María Angustias Pérez Fernández, soy Óptico optometrista y adoro mi profesión. Mi primera experiencia en cooperación fue en Burkina Fasso.

 

Lo más importante: las personas.

El objetivo de aquel  proyecto era impartir formación en Optometría a enfermeros del hospital de Ouagadugu. El primer sentimiento fue de miedo; no sabíamos  que íbamos a encontrar y cómo sería  recibida nuestra propuesta en un país tan pobre y con tantas necesidades tan primarias. Nunca pensé que iba a ser una experiencia tan enriquecedora en mi vida.

Yo acostumbrada a dar clase a estudiantes de Granada, me vi sorprendida por el entusiasmo, interés y dedicación de mis nuevos alumnos. No sabían de horarios, tenían innumerables preguntas, se adelantaban a los contenidos y siempre mostraban entusiasmo por los contenidos como si de una aventura fantástica se tratase. Querían aprender.

Esta primera experiencia me ayudó a entender cosas difíciles de entender desde la distancia. A veces tenemos la tentación de tratar de monstruos a los distantes, por hechos poco tolerables para nuestra cultura occidental. Cuando te sumerges en su cultura, costumbres, creencias llegas a entender su manera de actuar, aunque no la compartas. Hay que conocer para juzgar y fue una de las primeras lecciones aprendidas

En este proyecto y, otros posteriores, me pareció admirable la forma de afrontar la vida y los múltiples problemas que cada día les regala, a esas personas que carecen de casi todo. Viven y los afrontan cuando se presentan y se levantan una y otra vez sin dramas.

En El Salvador visitamos una aldea donde vivían personas damnificadas por la erupción de un volcán, abandonadas por la administración y sin derecho a ayudas por razones de difícil comprensión. Medicus Mundi donó los materiales para edificar viviendas que ellos mismos estaban construyendo.

La unión entre ellos, la solidaridad, la alegría y la falta de reproches me emocionó y, aún hoy, cuando lo recuerdo me sigo emocionando. Personas que habían sufrido una experiencia muy traumática, lo habían perdido todo y empezaban de nuevo con entusiasmo. Es admirable.

En Granada tenemos un proyecto de atención visual, en el que se asiste a personas desfavorecidas, acogidas por distintas instituciones, que son quienes nos las derivan. La mayoría de las personas atendidas tienen muchas necesidades, pero tienen un denominador común que es la necesidad de hablar y explicar su situación. Escuchar también es cooperación

 

El sentido de la cooperación visual

A veces alguien pregunta qué sentido tiene la cooperación visual en países tan pobres como es Burkina Fasso, con necesidades mucho más inmediatas. La pobreza no se erradica si no es por medio de la educación y la educación no es posible sin una correcta visión. Hay ciertas disfunciones visuales que llevan al fracaso escolar, por eso pensamos que los proyectos de salud visual son esenciales en la cooperación al desarrollo.

Cuando realizamos proyectos en países tan pobres, levantamos unas expectativas muy altas. Nos ven como todopoderosos, nos tratan con admiración y respeto, cuando realmente quien más se enriquece con este intercambio somos nosotros, los occidentales. La cooperación abre horizontes, te enseña lo poquito que necesitamos para ser felices.

 

 

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