Cada dos minutos perdemos a una mujer. Innecesariamente. Podíamos haberlo evitado.

El progreso de la humanidad y de cualquier sociedad o país debería medirse por cómo trata a sus mujeres y a sus niños y niñas. Pero en el desarrollo de los últimos 20 o 30 años, tanto unas como otros han sido dejados atrás. Tenemos que proporcionales una atención especial.

Margaret Chan, directora general de la OMS.

planifier En el año 2013 289.000 mujeres murieron por causas relacionadas con el embarazo o el parto. 33 cada hora. Una cada dos minutos.

Tener hijos es algo normal en una mujer durante su edad reproductiva. Pero lo que a nadie de nuestro país o nuestro entorno le parece normal es que las mujeres mueran como consecuencia de un embarazo o un parto. De hecho, una muerte materna en España es considerada una gran tragedia y, por fortuna, es algo que ocurre muy raramente, aproximadamente cada 17.000 nacimientos.

Sin embargo, en otros muchos países, la mayoría de ellos de África subsahariana, la tragedia de las muertes maternas no es algo inusual sino, por el contrario, excesivamente frecuente.  Tan frecuente como que se produce cada 200 nacimientos de media y, en el Chad, por ejemplo, cada 90 nacimientos ocurre una muerte materna. Y estas cifras son escandalosas porque, por nuestra propia experiencia, sabemos que pueden evitarse.

¿Cómo? Desde luego, no es sencillo al no haber una sola causa. Pero si sabemos que si se mejorasen los sistemas sanitarios de forma que las mujeres recibieran una atención profesional adecuada e integral durante sus embarazos y partos, la mortalidad materna, y la infantil, bajarían notablemente.  Y esto ¿Qué significa? Significa personal sanitario cualificado, suficiente y bien remunerado; centros sanitarios al alcance de toda la población y, por tanto, de las mujeres, y con la dotación adecuada; atención sanitaria asequible, es decir, gratuita o, al menos, que las familias puedan pagarla sin que grave demasiado su economía; confianza en el personal y en el sistema sanitario; prevención de embarazos no deseados y en adolescentes, de abortos inducidos en condiciones sanitarias no seguras y de infecciones de transmisión sexual; acceso a métodos de planificación familiar… Pero solo el 46% de las mujeres de los países con ingresos bajos se pueden beneficiar de una atención especializada.

Además de lo anterior, es preciso aumentar los niveles de formación de las mujeres; empoderarlas –es decir, que puedan tomar sus propias decisiones y no sean los miembros masculinos de la familia quienes decidan por ellas– y mejorar el acceso y la calidad de la educación sexual de los y las adolescentes y jóvenes.

La mortalidad materna mundial ha disminuido sensiblemente desde 1990. Pero apenas lo ha hecho en los países de África subsahariana con el riesgo más elevado. De hecho, ninguno de estos países alcanzará la meta prevista en los Objetivos del Milenio para 2015 de reducir las muertes maternas el 75%.  Y según algunas previsiones, tampoco alcanzarán este objetivo en 2030.

“Una joven de 15 años que vive en África al sur del Sáhara enfrenta un riesgo de aproximadamente 1 en 40 de morir durante el embarazo y el parto en algún momento de su vida”, afirma la Dra. Geeta Rao Gupta, directora ejecutiva adjunta del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). “Para una joven de la misma edad que viva en Europa, el riesgo es de 1 en 3300, lo que pone de relieve la disparidad del progreso mundial”.[1]

[1] OMS. Comunicado de prensa. 6 de mayo de 2014.

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