Mil millones de hambrientos, una campaña que podría ir más allá

¿Otra vez recogiendo firmas? ¿Otra vez contra la pobreza? Otra vez. Y las que hagan falta. En esta ocasión la campaña viene de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), y trata de hacernos ver que existen mil millones de personas que sufren hambre crónica en el mundo (1 de cada 6 personas, aproximadamente).

Desde la campaña, 1billionhungry.org, Jacques Diouf, Director General de la organización, nos invita a enfadarnos por esta situación de pobreza, a «descargar nuestra rabia» y reaccionar firmando una petición a los gobiernos nacionales para acabar con la pobreza. En la web de la campaña, además, existe la posibilidad de hacerse eco de la campaña en diferentes redes sociales, y de leer acerca de la situación de la pobreza en el mundo: ¿Qué es el hambre?, ¿por qué hay hambre?, ¿quiénes son los que sufren hambre?, ¿qué se puede hacer para combatir el hambre?.

En mi opinión personal, la campaña es necesaria, y tiene un noble fin: informarnos de la situación, apelar a nuestra rabia, y buscar un cambio que venga impulsado desde la sociedad. Sin embargo, creo que la iniciativa también tiene un par de puntos débiles: el primero, menor, que la campaña no dispone de una sección clara que explique quien hay detrás de la campaña, sin tener que recurrir a otras fuentes. El segundo, y mucho mayor, que la campaña no llega a atreverse a explicarnos las causas de fondo del hambre en el mundo, ni contra qué o quién hay que enfadarse.

El apartado informativo de la campaña diluye la responsabilidad del hambre en el mundo, como si fuera una desgracia que fue inevitablemente impuesta por una mano invisible. Y no, esto no es así. Decir que «hay hambre debido a la pobreza y a las catástrofes naturales», o «porque en muchos países las mujeres no tienen tanto acceso como los hombres a la capacitación, el crédito o las tierras», o «por los conflictos», o «porque las personas pobres no tienen acceso a tierras ni infraestructuras agrículas suficientes», o «porque a veces las personas usan los recursos naturales en forma insostenible», o «porque las crisis afectan principalmente a los más pobres» es quedarse a medias con verdades parciales.

Da la sensación de que sólo se dice lo políticamente correcto, lo justito para no molestar mucho a los gobiernos que pagan, ni al espectador. Ni una sóla crítica al consumismo, ni a los modelos de comercio y producción, ni a las relaciones internacionales en que uno ordena y el otro acepta lo que le ordenen, ni a los intereses políticos o económicos que hay detrás de muchos conflictos. Se aborda el hambre crónica como un mal que está ahí, y no como un mal causado. Campañas como Pobreza cero (Make poverty history), por poner un ejemplo, iban mucho más lejos, afirmando que con un ahorro en el gasto militar de los países más ricos se podría acabar con la pobreza, e invitándonos a reclamarlo. Si hay que enfadarse, ¿contra quién y por qué?

Yo, en cualquier caso, ya he firmado, y os invito a que lo hagáis. Pero también espero que en su próxima iniciativa, la FAO se moje más. Si no, en unos años estaremos firmando por los «mil millones de iniciativas que no fueron lo suficientemente audaces para lograr lo que se proponían».

Más información | 1billionhungry.org
Vía | Humanizar la humanidad

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