Objetivos de Desarrollo Sostenible: ¿son la solución?
Carlos Mediano
Deberíamos de reflexionar sobre porqué cada vez más riqueza está en menos manos. La mitad de la riqueza mundial pertenece al 1% de la población
Ya queda muy lejos el año 2000, cuando el Secretario General de la ONU convocó a los Jefes de Estado y de Gobierno de los 189 Estados miembros de Naciones Unidas a la conocida como Cumbre del Milenio, donde, por acuerdo unánime, aprobaron la denominada “Declaración del Milenio”. El reto era conseguir en 2015 un mundo con mayor desarrollo sostenible y donde se habría erradicado la pobreza, a través del cumplimiento de ocho Objetivos del Milenio (ODM). Los ODM fueron concebidos bajo un enfoque de necesidades (qué nos falta) y no tanto bajo un enfoque de derechos humanos (qué derechos cualquier persona debe tener cubiertos).
Las conclusiones que podemos sacar en este último año de los ODM son bastante contradictorias. La Humanidad jamás había avanzado tanto en tan poco tiempo en algunos indicadores, sin embargo, debemos concluir que los ocho ODM no se van a cumplir en su totalidad. Es más, aquellas metas que se van a conseguir, como disminuir a la mitad el número de pobres, se consiguen de forma inequitativa. La gran mayoría de personas que han salido de la pobreza se deben al crecimiento de un solo país, China, mientras que una región muy castigada por la pobreza, como África subsahariana, aumenta su brecha respecto a los países más ricos. Y si hablamos de personas, y no de países, deberíamos de reflexionar sobre porqué cada vez más riqueza está en menos manos. La mitad de la riqueza mundial pertenece al 1% de la población mundial, 65 veces más que la que tiene la mitad de los habitantes del planeta en su conjunto.
De los ocho ODM, tres tienen relación directa con la salud: reducir 2/3 la mortalidad infantil, reducir en 3/4 la mortalidad materna y combatir VIH/sida, malaria y tuberculosis. Ha habido grandes avances durante estos 15 años, pero no suficientes para alcanzar los objetivos, sobre todo porque los compromisos financieros no se han cumplido. Hemos disminuido más o menos a la mitad la mortalidad infantil y materna, lejos de lo previsto. Y sabemos que la mayoría de estas muertes son evitables, ya que tenemos el conocimiento, los medios diagnósticos y terapéuticos y las medidas preventivas para evitarlos. En cuanto a la lucha contra enfermedades prevalentes, los avances han sido muy elevados contra malaria y VIH/sida, pero existe el peligro de que retrocedan. Tal y como fueron diseñados, los ODM favorecen el desarrollo de programas verticales de lucha enfermedad por enfermedad, más que de acciones más integrales, que son más efectivas. De hecho, actualmente hay más de 100 asociaciones público/privadas que trabajan en el ámbito de la salud mundial, muchas veces compitiendo entre sí, en vez de buscar sinergias.
¿Y a partir de ahora? En septiembre de este año Naciones Unidas va a aprobar los próximos objetivos de desarrollo, que se denominarán Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Pretenden centrar el foco en las personas, pero también en la sostenibilidad del planeta, y para ello se proponen 17 objetivos. El peso directo de la salud disminuye, pues solo un objetivo está directamente relacionado con la salud: “asegurar las vidas saludables y promover el bienestar en todas las edades”. La salud pasa de ser un 37,5% de los ODM a ser un 6%, y no podemos saber si esto va a significar una disminución de la atención política y financiera en el sector. Otro gran actor internacional, la Organización Mundial de la Salud, está presentando como objetivo para los próximos años la Cobertura Universal de Salud, y actualmente se está trabajando sobre la forma en que la Cobertura Universal y los ODS pueden coexistir.
Si de verdad queremos cambiarle la cara a la inequidad del mundo en salud no podemos ponerle solo una capa de maquillaje…
… la salud de las personas debe prevalecer sobre otros intereses, porque la salud no es un capricho, es un derecho
Pero antes de empezar ya comienzan a generarse algunas dudas sobre los ODS, y especialmente en el sector de la salud. La voluntad política para aprobarlos se presupone, pero si no ha habido financiación para los ODM, ¿va a haberla para los ODS, cuando van a ser más caros? Las estimaciones de la financiación de la agenda post 2015 hablan de que se debería incrementar la financiación actual en más de 113.000 millones de dólares/año para cubrir las acciones solamente en agua, salud y nutrición, pero no se contempla voluntad política para este incremento. Lo más preocupante no es “cuánto” sino “cómo”. No nos ponemos de acuerdo sobre qué procesos son los mejores para conseguir resultados. Cada país puede elegir el camino que considere conveniente para conseguir los logros propuestos, sin atender al criterio sobre qué modelo es más eficiente, efectivo, sostenible y tiene más impacto. Y el hecho de que cada vez haya más actores involucrados en la salud (asociaciones público-privadas, organizaciones comerciales, organizaciones filantrópicas, gobiernos,…) no ayuda en la tarea de definir el camino a seguir. Finalizar las epidemias se puede hacer de muchas formas, algunas más sostenibles que otras. La Cobertura Universal se puede alcanzar apostando más por una sanidad pública, por sanidad privada, o por una mixta; priorizando la Atención Primaria de Salud o la atención especializada; financiando a través de impuestos generales o de rentas de trabajo. No hay una varita mágica ni soluciones únicas, pero sería aconsejable establecer orientaciones respecto qué modelo de sistema de salud es más conveniente para alcanzar los ODS.
Si de verdad queremos cambiarle la cara a la inequidad del mundo en salud no podemos solamente ponerle una capa de maquillaje. Hay que hacer una cirugía profunda que permita unos cambios reales y permanentes: redefinir y reforzar el papel que juegan los sistemas públicos de salud, garantes de la salud de la población; establecer la Atención Primaria de Salud como estrategia prioritaria en el sector de la salud; tener presentes los determinantes de salud y, por último, introducir la valoración sobre “las consecuencias en la salud de todas las políticas”, tanto nacionales como mundiales. Pero sobre todo, que la salud de las personas prevalezca sobre otros intereses, porque la salud no es un capricho, es un derecho.
Carlos Mediano es Vicepresidente de medicusmundi Internacional y responsable del Área de estudios e investigación de medicusmundi España
Este artículo forma parte del Boletín extraordinario 40 aniversario