6 de febrero. Día internacional contra las mutilaciones genitales femeninas
Pisando fuerte contra las Mutilaciones Genitales Femeninas
A nivel internacional, las mutilaciones genitales femeninas (MGF) se consideran una forma extrema de violación de los derechos de las niñas y de las mujeres y una amenaza grave para su salud, especialmente en los aspectos psicológico, sexual y reproductivo. Las MGF, incrementan la vulnerabilidad de las mujeres frente al VIH y tienen consecuencias obstétricas y prenatales funestas, tanto para las madres como para sus recién nacidos.
Las mutilaciones genitales femeninas son una práctica cultural profundamente arraigada en las poblaciones que la practican. Pero sus repercusiones son devastadoras para las jóvenes y las mujeres tanto en el aspecto médico, social y emocional, como en el jurídico y económico.
Las mutilaciones genitales femeninas son actualmente un problema de alcance mundial: además de los 29 países de África y Oriente próximo en los que su prevalencia es mayor, se practican también en Asia, Sudamérica y en las comunidades inmigrantes de Europa, Norteamérica, Nueva Zelanda y Australia. El Parlamento Europeo, en 2009, estimó que 500.000 mujeres en Europa sufrían las consecuencias de la mutilación genital femenina y 180.000 mujeres y niñas estaban en riesgo de sufrirla anualmente.
Gracias a la implicación internacional y nacional para erradicar esta práctica, se están observando cambios positivos en algunos países, tanto en el número de niñas y mujeres que son mutiladas, como en el número de personas que están dejando de apoyar esta tradición. Principalmente esto ha ocurrido allí donde existe, primero, una legislación que penaliza las MGF y, en segundo lugar, una actitud gubernamental favorable a la lucha contra la práctica y apoyo institucional a las intervenciones comunitarias de la sociedad civil que trabaja por su erradicación. Por otra parte, impulsar la educación de las mujeres es un factor clave en el abandono de la práctica: las mujeres que han logrado acceder a la enseñanza secundaria son menos proclives a mutilar a sus hijas.
Tenemos algunas buenas noticias: en los últimos meses hemos sabido que Nigeria ha penalizado la práctica; Gambia ha aprobado un proyecto de ley contra la mutilación genital femenina y en Somalia, el país con la prevalencia de ablación más alta del mundo —el 97% de las mujeres somalíes han sufrido alguna forma de mutilación genital—, el ministerio de la mujer ha propuesto que esta práctica sea ilegal. Por otra parte, según un estudio reciente del Fondo de Naciones Unidas para la Población (UNFPA), la evolución observada en países como Kenia, Etiopía o Burkina Faso, país donde medicusmundi lleva realizando desde hace varias décadas proyectos para erradicar la mutilación, permite suponer que, para 2020, podrían alcanzar un abandono de la práctica del 40%. Esta organización calcula que, en el caso de que se cumpliesen los objetivos de abandono calculados para todos los países, unos 4 millones de niñas en riesgo se librarían de ser mutiladas de aquí al año 2020. Pero, a pesar de esto, y como consecuencia de la alta natalidad en estos países, sufrirían la práctica 11 millones de niñas.
Existen situaciones que sabemos que favorecen esta práctica: entre ellas, además de una baja o nula instrucción femenina, como ya hemos señalado, se encuentran los matrimonios precoces (antes de los 18 años) o la justificación social de la violencia machista, signos todos ellos de una normalización social de la desigualdad de género. Para combatirlas, es preciso seguir trabajando por la igualdad y los derechos de las mujeres, y favorecer su acceso a la educación, la salud y a los procesos de toma de decisiones.
Debemos terminar cuanto antes con esta práctica y otras como el matrimonio infantil, muestras evidentes de la violencia contra las mujeres, que no solo afectan a su bienestar presente y futuro, sino que perpetúan la desigualdad de género.
Puedes ver completo el Boletín informativo marzo 2016