A vueltas con el paludismo
El paludismo lo transmiten los mosquitos del género Anopheles, pero lo producen unos pequeños parásitos llamados Plasmodium. A simple vista no se ven, pero en un microscopio pueden verse como unos puntitos del tamaño de una cabeza de alfiler.

El mosquito hembra necesita sangre para que sus huevos se desarrollen y pica a las personas para obtenerla. Los parásitos aprovechan esta oportunidad para viajar de una persona a otra. Un medio muy eficaz y rápido de desplazamiento. El mosquito pica a un enfermo y se lleva con él unos cuantos parásitos que traspasa a su próximo cliente. Dentro de esta persona se reproduce por millones, poniéndola enferma en el sentido más literal de la palabra. Es decir, para que haya paludismo es necesario que haya personas infectadas (reservorios) y mosquitos (vectores) que lleven los parásitos de una persona a otra. Y todo esto abunda en las zonas cálidas y húmedas o con una época de lluvias intensas.
La falta de conocimientos de la población sobre la enfermedad, favorece la persistencia de mitos y creencias sobre sus orígenes sobrenaturales y la búsqueda de remedios tradicionales habitualmente nada eficaces. Uno de los mitos más difundidos es el de La enfermedad del pájaro:
“La ausencia de luz durante la noche hace que esta sea percibida como lo desconocido. Se piensa que el campo hay malos espíritus ‒como este pájaro maléfico que transmite la enfermedad que da convulsiones (el paludismo) o el búho, que también es considerado por algunas personas un pájaro maléfico, que trae la mala suerte. Cuando el niño duerme, el pájaro pasa sin hacer ningún ruido y va al cementerio donde está en contacto con los muertos. A su regreso, si el niño sigue allí, el pájaro deja caer lo malo que ha tomado en el cementerio sobre el niño y causándole la enfermedad y las convulsiones”.
Si la población cree que la enfermedad se debe a causas sobrenaturales, no buscará al personal de salud para que le de la solución sino que se dirigirá a los curanderos tradicionales o a los brujos. Además, las mujeres, aunque suelen preferir llevar a las personas enfermas a los centros sanitarios, en el caso de que el marido le indique que debe consultar al brujo o al curandero, se verá obligada a hacerlo aunque no lo desee. Esto hace que, en muchos casos, cuando acuden al centro de salud el paciente esté ya en una situación muy grave y a veces irrecuperable.
La sensibilización de la población trata de eliminar estos mitos, muy arraigados en una población con grandes dificultades para adquirir conocimientos y que, en consecuencia, ha elaborado sus propias teorías para intentar explicar lo que no puede comprender: la causa de que tantos niños y niñas pequeños y mujeres embarazadas enfermen y mueran. El trabajo de sensibilización requiere de recursos humanos adecuadamente formados y de mucho tiempo. A veces, no es sencillo erradicar creencias milenarias y hay que trabajar con los líderes, con los hombres y con las mujeres de forma separada. Con los líderes, por su peso social. Con los hombres, porque son quienes, finalmente, tendrán la última palabra sobre lo que se debe hacer. Con las mujeres, porque, aunque nadie les conceda el poder de decidir, son quienes a la postre se ocupan del hogar, de cuidar a la familia y de atender a quien enferma.

El teatro, la radio, agentes de salud formados al efecto, todos participan en la sensibilización. Actualmente, en la Región del Norte al menos ‒que es la que hemos visitado‒ un gran número de personas sabe como se transmite el paludismo, como prevenirlo y donde hay que acudir en caso de enfermedad, aunque aún queda quien opina que una cosa es el paludismo ‒que se cura con las medicinas de “los blancos”‒ y otra, muy distinta, la enfermedad del pájaro o las enfermedades resultado de maldiciones. Y estas últimas “los blancos” no saben tratarlas, sólo los curanderos tradicionales o los brujos.
Pero las explicaciones sobrenaturales para los hechos oscuros van desapareciendo según se hace la luz. Y si no, miremos un poco atrás, cuando a las mujeres de este país se nos ocultaba todo lo relacionado con la sexualidad porque era pecado, y con la peregrina idea de que así no pasarían cosas que, al cabo, ocurrían de todas formas solo que, a veces, con pésimas consecuencias. Pero esto ya forma parte de otra historia…