La Persistencia de la Mutilación Genital Femenina: Un Desafío Multidimensional

La mutilación genital femenina (MGF) persiste como una de las prácticas de violencia más inhumanas hacia las mujeres, cobrando la vida de 44,000 niñas y jóvenes cada año.

 

La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica que implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos que supone un daño irreversible en la salud de las mujeres, una violación de su integridad física y la vulneración de sus derechos humanos.

Además de la propia muerte de las niñas por hemorragia o infección en el momento de la escisión, la lista de consecuencias que esta puede acarrear es extensa, citando a modo de ejemplo, quistes, queloides, complicaciones en el parto o fistulas obstétricas

Un peligro que se cierne aún hoy sobre 200 millones de niñas y cuya erradicación se dibuja como un desafío multidimensional en términos económicos, sociales y culturales que exige una intervención integral para su eliminación.

Interrogantes Culturales y Sociales

La persistencia de la MGF plantea una serie de interrogantes que nos adentran en su complejidad cultural y social. ¿Es una costumbre arraigada? ¿Una tradición perpetuada por generaciones? ¿Una convención social para ganar aceptación comunitaria? ¿O quizás un control de la sexualidad femenina? Estas cuestiones evidencian la necesidad de comprender la profundidad de esta práctica y su arraigo en diferentes contextos culturales.

Destacar que la MGF, más allá de su impacto físico sobre las víctimas, impone también altos costos sociales a las mujeres y niñas no mutiladas, incluida la exclusión, el rechazo social, la marginación… además de perpetuar roles de sumisión-dominación entre mujeres y hombres.

Legislación y Aplicación de la Ley

Es fundamental implementar leyes que prohíban la práctica de la MGF en todos los países y establecer sanciones efectivas para quienes la realicen. Pero de igual forma es necesario garantizar la aplicación adecuada y eficaz de estas leyes a través de sistemas judiciales y policiales sólidos, así como campañas de sensibilización para aumentar el conocimiento sobre los derechos humanos de las mujeres y las niñas.

Casi todos los países donde se practica la MGF poseen una legislación que la prohíbe y penaliza en distintos grados, pero en muchas ocasiones, sus gobiernos no tienen voluntad política, ni capacidad financiera para prevenir y perseguir a aquellos que la practican y proteger a las víctimas.

El Fondo de las Naciones Unidas en Materia de Población (UNFPA) sostiene que alcanzar las metas establecidas para la erradicación de la mutilación genital femenina contenidas en el ODS 5.3 para 2030 y lograr objetivos de alta cobertura para 31 países donde la mutilación genital femenina es prevalente, requiere aumentar la inversión actual unos $3.3 mil millones, lo que evitaría más de 24 millones de casos de MGF para 2030.

Trabajando por la eliminación de la MGF en Burkina Faso

El gobierno de Burkina Faso se ha adherido a los tratados internacionales que pretenden poner fin a esta práctica, incluyendo el protocolo de Maputo o “Carta africana de derechos humanos con relación a las mujeres en África” de 2005, apoyándose en las iniciativas de la OMS que permiten crear estrategias de intervención en el marco del propio sistema de salud pública y en respuesta a las posibles reparaciones de las secuelas provocadas por la mutilación genital femenina

En este marco, Medicus Mundi Sur lleva años ejecutando programas de refuerzo del modelo público de salud de Burkina Faso para acelerar el proceso de eliminación de esta práctica y desde 2021 se han centrado en trabajar para erradicar la MGF y sus secuelas en la Región centro-este de Burkina Faso, donde la incidencia es mayor, para lo que se ha contado con la financiación de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional y Desarrollo y del Ayuntamiento de Albacete.

Gracias a estos proyectos se ha dado formación al personal sanitario en la reparación de secuelas y fistulas obstétricas en el hospital de la ciudad de Tenkodogo en la región de Centro Este, lográndose mejorar la salud de 65 mujeres víctimas de MGF, las cuales fueron intervenidas quirúrgicamente, gracias a la realización de varias campañas en la región.

También se han implementado programas de intervención comunitaria en colaboración con asociaciones de derechos de las mujeres, líderes tradicionales y autoridades religiosas, lo que ha llevado a la declaración de 20 pueblos como libres de MGF en ceremonias públicas en las regiones de Kupela y Tenkodogo.

Para poner fin a la mutilación genital femenina, se necesitan esfuerzos sostenidos que aborden tanto la atención sanitaria como la psicosocial de las víctimas, así como las causas profundas que perpetúan esta práctica dañina; además de emprender acciones que fomenten cambios culturales en las comunidades donde persiste y por supuesto un compromiso a nivel global para asegurar a las mujeres un futuro libre de esta y otras violencias que se ejercen sobre ellas.

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