Burkina rural y las mujeres I
«El funcionamiento de la sociedad rural burkinabé (cerca del 90% de la población es rural) es algo complejo y absolutamente injusto para las mujeres desde cualquier punto de vista. Hasta hace muy poco, las familias –el padre generalmente- decidían con quien se casaba la hija la cual, por supuesto, no era consultada al respecto. Ahora si se les consulta aunque en algunas etnias siguen sin hacerlo y conciertan los matrimonios cuando las niñas son muy pequeñas.
El número de hijos que han de tener las mujeres los decide el marido y más o menos vienen a ser “los que Dios le envíe”. En total, unos siete de media por mujer. Una mujer sin hijos es muy mal vista y, de hecho, que una mujer no tenga hijos puede ser motivo de divorcio. Que una mujer decida quedarse soltera está también muy mal considerado, hasta tal punto que incluso puede ser rechazada por su propia familia.
Las mujeres casadas tienen muchas obligaciones que, básicamente, incluyen ocuparse de la casa, del marido y de los hijos. Además, ayuda en el campo y es posible que tenga también alguna pequeña actividad comercial para conseguir algo de dinero.
Las mujeres son quienes se ocupan de las personas que enferman, de paludismo o de cualquier otra cosa. Allí distinguen entre “cuidar” (soigner) y “guardar” (garder) a las personas enfermas. “Cuida” quien paga la consulta y las recetas, habitualmente el padre/marido u otro varón de la familia. “Guarda” quien lleva a la persona enferma al centro sanitario, permanece con ella y se ocupa de sus necesidades y bienestar, tareas asignadas a las mujeres. Si es un hombre quien enferma y debe quedarse hospitalizado, suele ser otro hombre quien permanece con él, pero será una mujer quien se ocupe del bienestar de ambos preparándoles la comida y lavando sus ropas.
[En los hospitales no se reparten comidas ni hay sábanas o pijamas para las personas ingresadas. En todos ellos hay una zona llamada “foyer” en la que se puede cocinar, lavar la ropa, tenderla y dormir. Desplazarse a un hospital supone muchas horas de viaje a pie para la mayoría de las personas, por lo que se habilita una zona para estas tareas y para dormir. Por este motivo, aunque un hombre acompañe a la persona ingresada en la sala, fuera hay siempre una mujer que se ocupa “de la intendencia”].
Tras este paréntesis, diremos que las mujeres son las que “guardan” a quien enferma: es decir, se ocupan de todo, desde acompañarle al centro sanitario hasta cubrir sus necesidades básicas de limpieza y alimento. Si una mujer debe abandonar su casa para “guardar” a alguien, otra mujer se ocupará de sus tareas en su ausencia. Estas tareas, como nos contaba una de ellas, son:
Me levanto por la mañana y enciendo el fuego. Caliento el agua y barro el patio. Llevo el agua caliente al marido para que se lave. Como somos una familia musulmana mi marido necesita agua caliente para hacer las abluciones y rezar después. Lavo a los niños; hago el desayuno para que todos coman antes de irse a trabajar al campo. Si me toca cocinar, me quedo para hacer la comida; si no me toca cocinar, me voy con los demás a trabajar en las faenas del campo.
Si me toca cocinar, hago la comida del mediodía y la llevo al campo. Cuando llego al campo, la reparto, se la doy a los hombres, a las mujeres y después a los niños. Cuando termino de comer me quedo ayudando en las faenas del campo hasta aproximadamente la puesta del sol. Entonces parto leña y regreso a la casa. En la casa, muelo el mijo o lo llevo a moler al molino; caliento agua; barro el patio; cuando el agua está caliente le llevo a mi marido, lavo a los niños y cocino de nuevo.
Si no me toca cocinar, me voy al campo a ayudar a los hombres en las faenas hasta la tarde. Al regreso voy a por agua, la caliento, lavo a los niños, después me lavo yo y espero la comida de la tarde que otra mujer habrá preparado.
Cuando estás embarazada no hay diferencias. Se hacen las mismas actividades que si no lo estás, incluso si notas que no tienes fuerzas para hacerlas, se te obliga a hacerlas.
¿Descansar? Solo cuando llega la noche puedo descansar.»
Carmen Sánchez